En su primer encuentro con los africanos quedó Daniel impresionado por la desgracia de los esclavos. Sin embargo, dos años después de entrar en África tuvo que regresar a Italia. Se había dado cuenta del mayor problema para evangelizar a ese continente: el clima y las enfermedades. El europeo duraba poco en África y el africano no resistía el frío o la vida europea sin desarraigarse. Ideó entonces el “Plan para la regeneración de África” que consistía en establecer misiones, escuelas, hospitales y universidades en lugares estratégicos a lo largo de la costa africana, rodeando todo el continente; lugares templados donde los europeos pudiesen convivir con los africanos. En esos centros se formarían los futuros cristianos: maestros, enfermeras, religiosas y sacerdotes nativos que luego se internarían en el continente para evangelizar las poblaciones y promover su desarrollo. Los principios sobre los cuales se apoyaba el “Plan” son: 1° La evangelización de África, corresponde, ante todo, a los africanos. 2° Llamamiento a toda la Iglesia para trabajar conjuntamente en la evangelización de África con la colaboración de todas las instituciones misioneras masculinas, femeninas, religiosas y laicas. 3° Lograr que la evangelización y la promoción humana caminaran juntas y 4° Toda la actividad desarrollada debía confluir en la creación de comunidades cristianas estables.
En 1880 Comboni vuelve a África por octava y última vez, para estar al lado de sus misioneros y misioneras, con el entusiasmo de siempre y decidido a continuar la lucha contra la esclavitud y a consolidar la actividad misionera. Un año más tarde, puesto a prueba por el cansancio, la muerte reciente de varios de sus colaboradores y la amargura causada por acusaciones infundadas, Comboni cae enfermo.
El 10 de octubre de 1881, a los 50 años de edad, marcado por la cruz que nunca lo ha abandonado «como fiel y amada esposa», muere en Jartum, en medio de su gente, consciente de que su obra misionera no morirá. «Yo muero –exclama– pero mi obra, no morirá».
El Papa, Juan Pablo II lo declara santo el 5 de octubre del 2003 en la basílica de Roma. Todos los años, la fiesta de Daniel Comboni se celebra cada 10 de octubre.
Hoy la esclavitud toma variadas formas: por un lado, los países desarrollados mantienen a los países subdesarrollados bajo un régimen de servilismo y explotación, donde las cadenas y los látigos se han camuflado en los requerimientos del Fondo Monetario Internacional, el cual exige cada día más las reservas y recursos naturales como pago de intereses de una deuda externa y oportunista a la cual entregamos nuestra autonomía y nuestra propia supervivencia como pueblos; por otro lado, subsiste la venta y tráfico ilegal de personas, tráfico donde las principales –aunque no exclusivas- víctimas son los niños, los pobres, las mujeres, los desvalidos, los inmigrantes y las minorías étnicas o raciales. Sus actividades más frecuentes son: el trabajo forzoso en la agricultura y en la industria (en industrias famosas y no tan famosas), la prostitución, la pornografía, el tráfico de drogas, el robo, el trabajo doméstico, la mendicidad obligatoria, la venta callejera, etc.
Por Ernesto Vargas V.